29 de mayo de 2006

MUJERES DE COLORES (VI. Luna)

CREACIÓN


Aspiro con lentitud el calor
esperando la llegada de la noche.
Lo único que necesito
es un poco de tu gélido aliento
para nacer como flor bajo la nieve.

Entonces salto al cielo lactoso
y nado sobre el envés de la luna
y vuelo alrededor del mundo
en mi navío alado mientras tú descansas
recargada un árbol siempre verde.
Luego la noche se va apagando
pero el día no llega.

Los hombres se destruyen en la oscuridad
regando con dolor las plantas,
olvidando los bellos sentimientos,
y nos persiguen a nosotros
que amamos en tiempos escarlatas.

Las furias se desatan
y con ira golpean el suelo
hasta que permanecemos
uno con uno frente a frente,
solos, cual huérfanos,
unidos en la negrura de la nada.

Emana la luz de tu corazón
reflejándose en mis manos pálidas,
sollozas.
De una lágrima el mundo es creado:
el día es bello
porque el sol alumbra a los nuevos seres,
pero la noche es más hermosa
con su perla en el cielo.

MUJERES DE COLORES (VI. Luna)

VASALLO


Recordaba el viejo consejo
y me pregunté si tú eras la elegida:
¿llegaste sola o yo te hablé?
¿Finjo ser un tonto
o me he enamorado sin darme cuenta?
Te alucino.

Los campos no son iguales ahora,
antes verdes, amarillos,
de rojo fuego y a veces grises;
mas hoy, en pleno invierno,
los blancos, azules,
incluso hasta morados, dominan.

Me embriago de alegría por conocerte,
en la noche te llevo serenata
con mi coro de sapos y grillos
esperando seas princesa y me salves,
y no un gato que me coma.

Pero no es sencillo llegar a ti
con la muralla de hombres urgidos
que te rodea.
¿Escalar?
Mejor dar un brinco.
¿Asediar, tumbar?
Prefiero esperar a que seas tú
quien abra la puerta y me invite a entrar.

Tu corona, de plata,
tu piel de nieve,
el cabello es miel,
tus ojos...
son tan hermosos tus ojos.
¿Tengo posibilidad de ser rey?

MUJERES DE COLORES (VI. Luna)

JUZGADO


Vistes negro y blanco
cuando el clima es rojo;
te sujetas al azul y verde
cuando de gris se cubre el cielo.
Me ves, sonríes con malicia:
lanzas tus palabras que caen
como rayos a mi mente.
Tu castigo a mí comienza.

Con el rostro quemado,
aún con brazas,
y el alma redimida por tu amor
avanzo entre la maleza:
te sigo.
La cara rocosa se queja del tiempo.
Mis lentes se cansan de mostrar
las mentiras de hombres.
Mi energía toda es consumida.

En tu brazo derecho pesas al escorpión,
con él colocas mis principios, mis saberes,
mi destreza, mi amor...
Del otros lado está el mundo
con sus peces y cangrejos,
sus centauros, cabras y toros.
Miras la balanza moverse con rapidez,
arriba, abajo, arriba...

Al centro de una planicie
se observa una pareja recostada,
las manos entrelazadas,
la mirada en los ojos del otro.
Está ella y estoy yo.
Es de noche y llueve.

MUJERES DE COLORES (VI.Luna)

MAREA


Me hablaste cuando no miraba,
en el crepúsculo ausente
mientras mis manos hurgaban el suelo.
La conciencia amargada
rechazó por un momento tus palabras.
En la frente un ojo de pavo real
veía tu estado interno,
no hubo mal que me intimidara.

Entendía las palabras como espuma,
pero tu ondínica figura
me hizo comprender mi error.
Erguí mi cuello,
luego me sumergí en el cercano mar
(sin él podría haber muerto),
y escuché.

Cantabas y danzabas.
Me enamoré de ti,
pero estabas lejos, tan blanca,
en el cielo hermoso,
así que estiré mis brazos azules
sin importarme hundir la tierra
e intenté abrazarte cada vez que te aproximabas.

Transcurre el tiempo,
no consigo llegar hasta tu hogar.
Le pediré a las gaviotas me levanten con fuerza,
a las gaviotas, a los albatros;
a las sirenas les pediré una perla,
la más hermosa,
para que cuelgue en tu cuello,
y me darán estrellas y conchas para tu cabello...

Estoy solo,
pero en la noche te observo en silencio
extasiado por tanta belleza,
y escucho tu voz,
que canta, me llama;
un día volaré en el firmamento
o tú nadaras en mi casa.

MUJERES DE COLORES (VI. Luna)

VIVIFICACIÓN


Entre el cielo y la tierra
es risa silenciosa:
infinidad de palabras ahogadas.
Sus ojos sabios lloran lágrimas de zafiro
en su coraza de flores.

Es el crepúsculo,
la balada en medio de la noche,
con el laúd y la flauta,
el arpa y los tambores.
El bosque nos rodea
pues en medio de un claro estamos,
que la danza inicie.

Es ensueño alegórico
de fantasía europea
nacida de capullos inmaculados.
Con el grito de ¡angeltzin, angeltzin!,
le canto al oído:

Eres Luna eterna
que nada en la espuma del cielo,
sueño de mi sueño;
lluvia de sabores dulces,
de estrellas, de gemas;
dueña de los actos que cometo: mi locura.
Tu voz, sonidos de hadas,
acaricia la piel de blanco terciopelo
tan amada por mí.
Tus ojos de agua me someten,
sirena risueña.
Te canto y adoro.
Si el odio hirviera mi pecho
sería por tu muerte
y nacería el aullido
en mis labios dolidos y secos.

Con la suavidad de algodón
sus palabras penetran mi cuerpo,
es más que sueños plateados
de la noche espesa.
Es constante alineación de viejas ideas,
vivir y morir por igual: renacer.
Es sencillez y dulzura
en un cielo nocturno que sabe a gloria.

22 de mayo de 2006

MUJERES DE COLORES (V. Sol)

REENCUENTRO


Del abismo a la cima:
el cabello trenzado me auxilia
después vuela entre montañas
hasta llegar a desérticas tierras.
La arena me ataca.
Despierto.

El Astro Rey golpea mi cuerpo,
es su coraza amarilla
y su lanza escarlata.
Desea alejarme del mar.

Mi mente que divaga
evoca los años de fuerza
cuando los saltos eran vida,
una vida iluminada por rezos.
Decaen las almas mortíferas
intentando apuñalarme:
corre con sus ojos vivos
y su larga cabellera negra;
de la mano me lleva.

De la tierra al mar:
extiende sus ojos negros
y sus mejillas rosadas
adquieren más color.
Sonríe,
su voz se confunde con canto.
Me eleva hasta el cielo diurno.

MUJERES DE COLORES (V. Sol)

METAMORFOSIS


Reanuda labores visibles,
su cabello cortado
le permite jugar con el viento.
Su cuerpo pálido se acopla a la banda sonora
y desfila en las calles multicolores
de masas devoradoras;
el débil corazón se corrompe.

Ha quedado atrás la armonía
del cerebro orgulloso...
No hay respuesta,
evoca, evoca,
cada reminiscencia desaparecida,
todo lazo de espíritu.
No es ella la misma,
la dulce doncella murió.

De regreso a la tierra mi mirada llora,
prefiere de nuevo el mar.
Blanca figura me llama,
ya no es negro el cabello
quemado por el sol.

Palabras pretéritas se cruzan
mientras me libro del dardo arrojado.
Más fuego.
No hay cielo,
son rayos que queman mi rostro.
No hay rezo,
son palabras venenosas
las que intentan transformarme.
Un traslúcido escudo me cubre.

Un colibrí cercano me habla
dando esperanza al cuerpo quemado.
Su néctar mieloso,
traído desde en valle florido,
me permite observar sin ser visto.

Y la dama corre malvada,
la piel de alcatraz,
el cabello terroso,
hacia la gente que adora,
que habrá de coronarle con ritos herejes
y profanación a su cuerpo.

MUJERES DE COLORES (V. Sol)

HIPOCRESÍA


Curiosa la niña obedece al instinto.
Su sangre se excita
en el puerto del este.
Su fama se esparce
sin alcanzar gloria
de la capital a la costa.

Busca a la gente,
su cadera se mueve con ritmo:
le encanta la pasarela,
el aplauso, los gritos...
No conoce su suerte,
su único objeto es ser la mejor.

Viste agresivo rojo,
en las piernas el negro luce,
la piel dorada,
sus ojos, miel.

La noche acaricia sus curvas,
el aliento pide alcohol
para perderse en sentimiento
pues en el fondo es poeta,
su tema, locura y pasión.

Pero de día,
mientras gobierna el sol,
el cabello cobrizo teñido de mil formas,
es suave al contacto,
te atrapa como enredadera.
Y los labios delineados finamente
mienten llenos de furia
a pesar de la linda sonrisa,
mienten para no recurrir al espejo.

MUJERES DE COLORES (V. Sol)

DESTIERRO


Tambores en marcha,
estandartes violetas,
las pisadas en negro lodo,
el graznido a mi cabeza
(graznar no es igual al trinar).
Debo correr.

Con fino andar se acerca,
la mirada de grulla discreta,
las plumas, cortantes como escamas.
Me ha escuchado,
vuela, me atrapa...

El sentimiento fue reemplazado
por vanas aspiraciones
de grandeza y dominio:
modela, bebe, danza,
así lo desean la hienas
que devoran a las aves bellas
llenas de color.
Ninfas y hadas huyen
de las bestias carroñeras
deseosas de carne fresca.


El brazo señala el desierto,
eso o el ingreso a su vida
-¡no hay muerte!-.
Mi destino me guía al exilio,
allí la vida no se comporta
como otros quieren.

Primero avanzo de oasis en oasis,
luego rodeando las dunas,
al final me pierdo en remolinos y tormentas.
¡Amarillo, sólo amarillo veo!
Pareciera no existir la noche.
Aun así camino sin detenerme.

MUJERES DE COLORES (V. Sol)

PERDIDO


Me seco,
la sed se apodera de mí;
estoy solo entre valles.
Ella... vuela como buitre
esperando ver mi cadáver.

El día es morado
igual que mi piel;
el dolor aumenta.
La costa me llama
con blanca voz.
Ella... su baile
entre olas es suave,
verde,
de ninfa coqueta,
con hojas cubierta,
doradas,
cafés.

Casi es primavera:
los rayos fecundan
los juegos de niños:
el tacto.
Oscura la sombra
protege mi cuerpo
del brillo aéreo
envidiosa de mí.
Ella... en un árbol espera
mi paso cansado.

Asciende, asciende,
la luz en mi rostro.

10 de mayo de 2006

PRINCESITA

Princesa que te marchas molesta
ya recuerdas tus pecados.
Mas fui yo cruel orgullo entre tus manos.

Princesa mía, ¿te has ido eternamente
o tu vuelta he de esperar?
Mira que el cristal no se repone
cuando fragmentado queda en la sombra.

Si yo mentí, tú eludiste;
si preguntaba, hacia Erebo dirigías tu hablar.
Princesa sola, ten piedad.

Fuiste un susurro sin suspiros,
esperanza salvatoria
Siempre en pena, solitaria princesita.
No sincera en la zona de zozobra
y serás primera en vacilar.


Princesa tonta, no perfecta:
sé mujer y no princesa.
Sin las rosas pude irme
como agua sin torrente.
Ya soy libre,
Princesa mía, escúchalo:
¡Oh princesa..!
Adiós

CONSUMIDO AULLIDO

Una nueva expresión crece, se mueve,
golpea cada cuerpo despojado.
Ya muere, se olvida torpe rayo lunar.
La faz de suspiro agonizante brilla
hasta tribular sin agua alguna,
las nubes se han marchado.

Corre perfecta, bestia inmaculada,
blanca espiga alumbrante.
Las aullidos tímpanos revientan
cual dolor no sangra en rojo.
Hoy fallece.

La noche oscura solitaria
pasa arrastrando pies colgantes,
no hay seña visible.
En fría hora habrá de correr,
negra sombra fugaz.

La expresión desaparece,
fenecido el sabio está.
¡Valor, fuerza, coraje,
vuelan al cielo perdidos!
Humo blanco se levanta.

Las nubes ya vuelven cargadas.
Arde una fogata al interior,
y espectros danzan gritando:
“Un momento no es nada,
una vida tampoco”.

HOY

Hoy las aves han volado felizmente,
hoy el sol por fin se ha rendido.
Mis plegarias fueron escuchadas
y la bendición cae del cielo
para purificar mi cuerpo seco.

Hoy, como anuncio a término esperado,
hoy llueve poco y lentamente.
Los audaces siervos bailan,
los vacíos caudales corren
y una vez más la esperanza de salvarme surge.

¡Llueve! ¡Llueve!
¿Es que llora el cielo
o se apiada de su hijo?
¡Llueve! ¡Llueve!
Feliz canta mi alma al paraíso.
Hoy me siento recordado.

SIN TÍTULO

Al fin libre de los pozos de fuego
me veo buscando un escalón,
y poco a poco voy subiendo
mientras mi alma regresa
a los oscuros calabozos
donde alguna vez mi cuerpo estuvo.

Volteo y no miro aquel infierno.
Mi mente ya no busca nada
porque nada existe entre los cuerpos
para darme otra esperanza.
Mas las llamas necesito,
sin ellas nunca hubiese amado.

Me perdí contando los peldaños,
invisibles, solos, incompletos;
ahora duermo en un túnel.
Pero mi brazo tendido sobre el cielo cae.
Lo siento, no puedo cambiar.
No, he caído para siempre.

Estoy perdido una y otra vez,
perdido en el olvido de las mentes.
Y mi sangre regada, coagulada,
grita los horrores que vivió.
El cuerpo arde por las llagas
puestas ahí por la eternidad.
¿Cómo pasó todo?

No estás; ahora vas, corres.
Lastimas todo alrededor mío,
a mí, mi vida.
¡Provócame hoy!
¡Provócame hasta expulsar el dolor!;
hazme volver alumbrado por una estrella.

Quiero oír tu voz,
puesto que tus manos las he tocado ya,
sentido entre el viento y la brisa,
con el mar que muere conmigo
y la luna apagada en la noche.
¡Oh, tu voz...!

Horas y horas buscando una salida;
el techo se derrumba aplastándome,
me lleva de vuelta al averno
donde provoca lo fino daño altivo;
no recurre a otros papeles, daño vivo.

Pronto vuelan las cenizas
de mi alma calcinada, sin vida,
hasta extrañar cada sentido sin soledad
y encuentre la paz conjunta
con los residuos en abandono mutuo.

¿Habré muerto sólo por deseo,
o he caído por castigo a mis pecados?
No logro mantenerme arriba.
Los escalones de espinas rasgan mi carne.
Ya no hay túnel.

MUJERES DE COLORES (IV. Agua)

ÚLTIMO INTENTO


Silencio
Agonizo

La marea me cubre con azules sábanas.
Aquellos labios recorren mi cuerpo,
consigo aspirar la esencia de la noche.
La muerte se aleja.

Me visto con el viento cristalino,
sondeo las mentes de los débiles,
no me atrevo a mirar la tuya:
sonreímos con simpatía
cuando nuestras miradas se cruzan.

Eres blanca, soy azul.
Intentas no hablarme siempre,
te escurres entre la gente;
juegas con mi latidos.
Tu presencia de niña hermosa armoniza
con la imagen tierna que alucino.

Un sol oscuro nos invita a caminar,
a separarnos de los autómatas colegas.
–Amémonos- me dices con bella voz.
Era yo el cadáver y tú la ninfa,
¿cuándo terminé con vida extra?

Comienzo un ciclo nuevo a tu lado,
los días se apagan cuando estamos solos.
No es posible amar sin ser amado…
extraña unión la nuestra.

MUJERES DE COLORES (IV. Agua)

PEQUEÑA GOTA AZUL


Las llamas quemaron mi alma
pero no acabaron con mi amor
porque Ella vive en mí,
llena un vacío irremediable
que no me satisface

Las llamas se expanden por mi ser,
pero una pequeña gota azul
me ha salvado.
Una lágrima que escurre
triste por su mejilla.

La aurora me envuelve,
lívida capa sin forma;
azul, plateada, roja;
la flama verdusca
que imagina asfixiarme.

¡Ay de ti, que sola quedas!
Gota azul, gota rota.
Te desprendes y…
¡Ay!,
que por poco mueres.
¡Oh! ¡Mi pequeña gota azul!

MUJERES DE COLORES (IV. Agua)

EXTRAÑA DESCONOCIDA


Mi pasión aumenta
al ver tu rostro envuelto en la mañana
por el cabello rizado
y la sonrisa blanca, ligera;
al ver el paso detenido
cuando te alejas
sin mirar mi azul aurora.

Te sientas en la banca sola,
a veces fumas gris muerte.
Tus lentes juegan con mis ojos,
tu sonrisa violeta me captura,
me cuestionas cuando cerca estoy;
la finura de tus brazos me llaman
pero me prohíbes acercarme más.

Corres con graciosa levedad
cuando vas de un lado a otro,
tu tierna imagen no coincide con tu actitud.
¿Quién eres que en principio
te muestras transparente,
quién que sabe transformarse como el agua?

Chiquilla, dejar a un lado
las interrogantes es más fácil
cuando un par de gotas se unen
intentando recrear amor.

MUJERES DE COLORES (IV. Agua)

ESPECTRO


Las olas del cielo se agrupan,
esparcen su sombra sobre la tierra;
los ríos de luz azotan
las casas de primitivos seres:
comienza a caer la lluvia.

Me detengo al sentir las gotas,
imagino tus dedos en mi rostro.
Me uno al llanto de mi padre
cuando tu ausencia me golpea
con el puño de hielo salido de tus labios:
es que no me permites
saber la verdad.

La melodiosa voz del agua
apenas iguala los sonidos que pronuncias,
y mi blanca memoria
tan sólo tiene cabida para ti,
te extraña.

Veo tu imagen al frente
protegida de la lluvia que muere.
Me acerco:
desapareces como el vapor
de un vidrio empañado,
como el blanco granizo en la mano,
como naranja sol en el crepúsculo.

Sólo la estela dorada
es captada por mis ojos.

MUJERES DE COLORES (IV. Agua)

ETERNA PRESENCIA


Cómo escribir un final sin ideas,
con una mente partida
que ha sido secada por el sol
y revivida por palabras:

Un cielo herido apresura el sueño;
cercana al sol
tu esencia palpita entre mis pulmones:
me agrada respirarte,
sentir tus manos suaves
y descansar mi cabeza en tu hombro.

Ya la noche oscura nos protege,
tu piel brilla cual luna,
dices a mi oído tu nombre,
mis sentidos absorben tu aliento,
asiento con mis ojos, te sonrojas.

¿A cuántos más les confiaría mi vida?

Un árbol nos acerca cafés hojas,
de la tierra tomo una flor,
gélido viento une tu césped con el mío.
Ahora puedo decir te quiero.

Comenzamos a descender el rocoso cerro;
abrazado a tu cintura sonrío a las estrellas,
y el viento, travieso viento sin color,
nos empuja con su látigo aterciopelado.
De inmediato nos sumergimos en lágrimas dulces.

Furiosa arde la tierra, escupe llamas.
Con tristeza nos mira el firmamento.
Allá va Ella, allá vas Tú,
dos siluetas te siguen.

Desenvaino mi espada y ataco al fuego,
la plateada arma destruye todo.
La sangre en el cielo anuncia
la llegada de la aurora…

Las aves y las fieras, las flores y montañas,
las estrellas, la luna, la naturaleza,
todos ven nuestros cuerpos flotando a la deriva.
Una ola blanca nos sumerge,
en la profundidad se encuentran nuestros ojos.

7 de mayo de 2006

VINO LUNAR

Sangra su silencio derramando gritos,
degollando diluidas divagaciones.

Luna de seda, nación perpetua de fantasmas.

Se acerca el fin, la muerte es inexistente,
nos podemos perder en la nada,
no importa, si nada hay,
siempre existirá, por lo menos nada.

Trece los sueños divididos en tres,
placeres vertidos en vino,
sensaciones por definir,
sombra de mis sueños,
luz de luna.

Se llora ausencia ingrata
desquiciando luna agorera.

En soñar se van los días,
las noches en vivir,
cuenta pensamientos,
evoca desgracias…
¡llueve muerte!

Una risa, se presenta,
el sol ausente está,
el calor presente se hace,
no imaginé estar aquí
y así, la madrugada comienza,
un día más bien terminado quedó,
la compañía es agradable,
en esa madrugada eso es lo mejor.

¿Cuántas noches perdidas sin vino y sin musas,
hemos tirado al vacío?

Un poema, cuatro voces y un motivo es lo que a ha quedado escrito. En pos del recuerdo de una noche de tertulia que tuvo como fin rendir homenaje a una complicidad y el deseo de hacer algo más que una simple reunión de despedida momentánea a un amigo. Una constancia de hechos.

Diciembre de 2005. Por orden de escritura: Adrián Mellado Ulloa, Israel Aguilar Torres, Viridiana Carreto Castillo y Alfredo Godínez Pérez.

6 de mayo de 2006

Dios del Maíz

Cinco de la mañana:
La sábana negra protege la ciudad oculta en el fin del mundo donde el cielo deja de ser y el mar forma parte del firmamento. Los mortales y divinos descansan con placidez mientras una pequeña ave acomoda sus plumas con orgullo. No hay luz en la calles de Gazaozmo excepto por el diáfano manto extendido por la luna. Entonces, en medio del silencio nocturno, se escucha el canto artesanal del Gallo cuando todavía los sentidos de dos entes son explotados en la Minas del Ocio y la mente trabaja sin tregua alguna desde varios días atrás. Continúa repitiendo el milenario ritual hasta que la primera luz aparece en lontananza.
Va adquiriendo color la Tierra conforme el Hombre de Fuego asciende repartiendo sus llamas al mundo; repite su trayecto desde el inicio del tiempo sin atreverse a cambiarlo por temor a perderse. Sabe que de él depende el movimiento en Gazaozmo pues sin su presencia todo dormiría eternamente. Tanto el cielo como la tierra se empapan de tonos claros y dejan a sus monocromáticas figuras pintarse de principio a fin, incluso la sombra adquiere un color más vivo que sol mismo.
Cálidos rayo fecundan el suelo habitado por toda clase de diablillos, los hay negro, blancos, verdes; los hay alto, bajos, gordos y delgados. Corren con sus instrumentos nuevos y forman tremendos batallones dispuestos en separadas pero uniformes líneas. La música inicia con la salida del Sol para animar los durmientes corazones. Se divierten cantando bajo las Puertas de la mañana por donde penetra el astro ya desperezado. Aquellas puertas de hojas transparentes permiten la entrada y salida del grandioso colorido terrestre.

Seis de la mañana:
Suenan las campanas regidoras del alba para despertar del sueño a los diurnos seres, construidas con la fuerza del Herrero y la destreza de los enanos de la noche. Suenan en las alturas que dominan la tierra oculta, allá en el lugar por donde el sol sale, con la potencia del trueno y la fuerza del tornado, sólo de esa manera ahuyentan a la noche. Suenan sacudidas por el paso de los gigantes que se disponen a empezar otra jornada de trabajo. Toman la lanza y el arco y salen a cazar; otros permanecen en Gazaozmo, a su paso las torres se inclinan a derecha e izquierda para evitar la masa ciclópea y librarse así de un seguro derrumbe: no quieren formar parte del suelo, no ellas que dominan la parte más alta del lugar.
Los templos con sus gorros de dormir puestos comienzan a abrir los ojos, reciben a la enorme población con alegría y de sus manos brota al agua que habrá de bañar a las pequeñas criaturas allí almacenadas, tímidas pero despiertas, audaces aunque desconfiadas... El juego de pelota pronto inicia: los rivales ya se colocan los uniformes y ocupan su lugar. Juegan los titanes con la metálica esfera fabricada en las cavernas de la montaña y trasladada hasta el bosque muerto donde tan sólo un escaso número de árboles conserva sus verdes hojas.
Ciervos y antílopes cabalgan lejos del bosque, las aves planean en círculos alrededor del nuevo prado hecho por los gigantes, serán sembrados nuevos retoños que cubran la superficie con sus ramajes esmeraldas y sus hojas de jade. Se ve la nueva cara del bosque en la Gran Esfera para deleitar los sentidos; y el juego continúa.
Los vítores de las personas se unen al canto del faisán y el ruiseñor. Hombres y bestias aplauden el espectáculo gigantesco. Esperan ver el instante final cuando la victoria sea alcanzada por alguno de los competidores majestuosos. Y el día transcurre entre uno y otro bando, entre animales cazados y cazadores, entre músicos y danzantes, entre gigantes y enanos. Al fin la tarde se acerca.

Siete de la noche:
En el parque poco frecuentado ahora que la aurora se retira y el juego y el baile ha terminado, un hombre ajeno a Gazaozmo aparece detrás de un pequeño arbusto, desde el lado opuesto una doncella asoma vigilando no haya nadie. Ella corre desde el oriente a los brazos de aquel hombre que tanto ansía besar. Su deseo hecho lujuria permite a su vestido deslizarse al suelo ayudado por el rítmico paso con que la hermosa ninfa marina avanza. Él espera oculto en su capullo, rodeado de perpetua sabiduría almacenada. Su brazo extiende al ver acercarse el cuerpo desnudo de la mujer amada –desnudo está él-; sabe que pronto sus cuerpos serán unidos bajos el amparo nocturno de la Luna. Así, al caer el día, un par de enamorados se declara por milésima vez su amor.

Ocho de la noche:
Súbitamente el día termina cuando la oscura cortina el corrida por los corceles de la noche que se apresuran a partir para dejar espacio a los héroes que habrán de reunirse esa noche sin que los amantes lo supieran, por eso se ocultan ente la sorpresiva llegada de los amigos inigualables de la Luna.
Un grupo de colosos colocan la mesa sin fondo frente a ellos: es allí donde los más ilustres hombres charlarán sobre la aventura de la jornada y el descubrimiento de huellas enemigas. Se sabe que algún espía ha penetrado el territorio pues el astro localizado los ha guiado hasta aquel viejo parque. Muchos han sido los años que Gazaozmo permaneció oculta a los viajeros, pero ahora uno hay escondido entre los matorrales.
Encienden las antorchas junto a las Casas Principal y las trasladan de un sitio a otro en busca del intruso. Recorren el espacio abierto por los gigantes y al llegar a los sembradíos de maíz descubren a la temerosa pareja huyendo hacia la costa. Con rápido movimiento les dan alcance y el novio es hecho prisionero.

Nueve de la noche:
Se enjuicia al preso que se declara culpable de amar a la bella ninfa. Deliberan en secreto los Dioses Mayores mientras la luna y las estrellas continúan su trayecto por el espacio aéreo. Al fin, luego de pasar en vela la noche, el veredicto condena al hombre a morir. Se afila el hacha y la gente se reúne el yermo olvidado. La función da inicio para aquellos que gustan de la muerte. Colocan el cuerpo del novio en la mesa sin fondo y sujetan sus extremidades; la bella capturada llora junto al verdugo y su llanto envuelve las armas allí dispuestas, se parten todas excepto la espada. La levantan: destila lágrimas inagotables la triste espada, pero es no evita que de un solo tajo se degolle al preso y robe el alma del miserable para llevarla consigo a la fundición...
De la sangre mezclada con las saladas lágrimas brota la vida en aquel yermo, y sorprendidos los seres comprenden el significado del sacrificio. Brotan los maizales y la vida crece en torno a Gazaozmo... Todas la noches, al declinar el día, se v a una ninfa salir del mar y encontrarse con el Dios del Maíz, así su amor será ejemplo de aquellos crueles corazones envidiosos. Y la Luna, conocedora y propiciadora del hecho, se retira para que el Hombre de Fuego alumbre la estatua del Dios erigida para ser vista por los mortales.
NOTA: Este texto debería ir acompañado de imágenes, pero me ha sido imposible ponerlas en el blog, así que tendrán que imaginarlas.

MUJERES DE COLORES (III. Viento)

DENEB


En el boreal cielo
alumbras desde atrás el vuelo
nocturno de tu paso.
Planeas con delicadeza
recorriendo en la noche el firmamento
mientras te observo unido al telescopio.

Y en la tierra, durante el día,
caminas con tus ojos coquetos
frente a mí.
Mas como el bello cisne
miras con sencilla hermosura
a través del ramaje de tu pelo.

¿Cómo descansar si todo el tiempo
estás presente en mí?
¿Cómo poder hablarte
si alzas el vuelo al acercarme?

Astro del septentrión,
permíteme seguir tu vuelo,
alcanzar la luz
de tu más noble estrella
que admirados los hombres
llaman Deneb
y poder vivir en armonía,
lejos, contigo en el universo.

MUJERES DE COLORES (III. Viento)

PENSAMIENTO


Atrás quedan las ruinas,
de frente, el horizonte;
la muralla de cerros
y los granos de maíz
protegidos por las nubes me rodean.

El trayecto es largo;
la velocidad aumenta.
A la izquierda el camino
a tierra ingrata.

En el suelo, los hombres.
Al final de la cordillera
la antigua Tepeyácatl,
cuna de mi hogar,
la de grises rocas que gobiernan
el verdoso valle.

En mis ojos, lumbre;
en mis labios, poesía;
en mis manos, sangre,
lágrimas de odio;
en mi cuerpo, el viento;
y en mi mente, tú.

MUJERED DE COLORES (III. Viento)

COLOR


¿Acaso la imagen estancada se agita
al mirar de soslayo su paso?

Hoy vistes negro, mañana verde,
pero siempre los pliegues
ondulantes se mecen en tus piernas.
Otro día, azul;
anteayer del gris fue el dominio.

Y el cabello, suelto,
castaño, no juega con el viento,
sino con tus dedos y tus ojos.
¡Brillantes ojos de topacio!

Sois pequeña, mas no de mente,
del tiempo justo que buscaba.
¡Chiquilla risueña!
Tú me miras, yo te sigo,
me dejo atrapar por el juego de colores.
¿Te hablaré un día? ¿Me darás un sí?
La carta que guardo no es para ti,
mas el fuego casi se consume
al no ser alimentado, al no quemarme ya.
Te busco, te ocultas, pequeña ninfa,
pero al último eres tú la que se acerca.

MUJERES DE COLORES (III. Viento)

BELLA ELFA


Dentro de los longevos muros,
con el grito efusivo de estudiantes,
te veo, en lo alto,
escuchando al colegio aglomerado.
Te ves bella revestida en verde cual quetzal.
¿Me estás mirando como yo a ti?

La gente, pensamientos confusos.
No quisiera perderte
cuando no te tengo aún.
¿Sabes que mi silencio me permite
sentirte más cerca?
Y los días pasan.

Su figura junto a la tuya,
de piel morena y vestido blanco.
Ya nada puede alejarte de mi pensamiento.
Hoy tu piel es clara, vistes morado.

No volteas,
las personas te entretienen,
tú sigues el juego y me ignoras.

Elfa del mar, de las costas coloridas
de mis cristalinos ojos,
sé testigo de la angustia
que me absorbe cuando,
detrás de un árbol, te ocultas.

MUJERES DE COLORES (III. Viento)

¡YA QUÉ!


Te esperaba acurrucado
entre mochilas, playeras y bufandas;
oculto en la sombra de esta mi ignorancia
al no saber tu color, tu presencia;
buscaba descubrir el celeste sentimiento
aprisionado en la memoria,
avasallado sentimiento verde.

Al alzar la vista hacia las nubes,
al querer buscar tu nombre,
descubrí el principio de mi fe
terminado en la atadura de tu astro,
¡atadura enferma!

¿Fue fortitua aquella unión?
¿Estás conciente, mi bella ave?
¿Será que el cisne negro se disfrazó de blanco
o el blanco ha sido víctima de engaño?
¡Ay, cruel ha sido el hechizo de tus formas,
tus palabras, las sonrisas, los silencios,
las miradas! Falsos pensamientos fueron
los míos al ver en ti el oasis espejismo.

Te esperaba descalzo,
preparado para cruzar el fuego,
escarbar las raíces de tu ausencia,
descubrir un racimo de colores…
Aún te espero.

1 de mayo de 2006

SOPESADO

Llueve mientras lloro
porque tus ojos me olvidaron,
porque al mirar al frente
no estás, te has ido.

Lloro mientras río:
la locura se apodera de mi mente.
Millares de relámpagos
indican el campo que atravieso;
me golpean con sus látigos de luz.

Río mientras sangro:
si no estás tú por qué vivir.
Mis piernas se hunden en el lodo,
me envuelve la tristeza,
te extraño.

Sangro mientras caigo.
Deseé ver universos paralelos,
órbitas sin sentido,
viajar en un cometa
y dormir en la luna,
todo a tu lado.

Caigo mientras alguien corre.
La sombra me intimida,
cierro mis ojos;
el cuerpo yace en el suelo.
No quiero mirar mi muerte.

-El tiempo transcurrido
desde que nos separamos
aprieta mis entrañas,
me asfixia.
Debí llamarle,
confesarle mi sentir
en vez de escuchar a otros.
Se ha ido, es un hecho,
al bosque viejo y olvidado.
Recorro las calles
y me adentro en el campo.
Veo una figura,
escucho el llanto
al tiempo que ríe cual loco.
¡Es él!
Tal vez sea tiempo aún-.

Alguien corre mientras llueve,
sus pisadas me recuerdan su figura.
Le oigo gritar un nombre,
¿fue el mío, fue el suyo?
Separo mis párpados,
su fantasma me persigue.

Llueve mientras lloro,
su voz me habla:
-te quiero, he venido por ti-.
La lluvia deja de golpearme.

LUCIÉRNAGA

La niña astuta
baila en la noche
alrededor de la luna,
su vestido ondea
como olas celestes.
Sopla el viento
en la oscuridad.

Niña linda,
divina criatura austral,
no detengas tu baile.
Los músicos frotan
sus instrumentos de vida.
Sopla la brisa
con sus alas.

La niña silenciosa
parpadea sin cesar
junto al lago.
Me inspira su mirada,
esa luz que hipnotiza.
Sopla el aliento
notas de mi alma.

Niña traviesa
que sobre el agua te deslizas,
no me dejes partir.
Se cansa mi mente
de tu ausencia.
Sopla la luz
llevando mis sueños.


Dedicado a Ana García Saravia Ortíz de Montellano, una gran amiga.

MUJERES DE COLORES (II. Tierra)

PAZ


¡Soledad, tristeza, a ambas reprimo!

El día es joven, todavía se extiende sombra,
y los hijos del sol caminan.
Alumbras Disco Amarillo,
amarillo el muro es,
y revistes a los seres cansados
con finos brazos de calor.
Me permites al fin en duda caer.

No es imposible ver:
miro al frente, entre ramas, los ojos
se ocultan tras la cortina castaña,
sonríen, brillan, llenos de vida.
¿Será tiempo de describir?
Si no hay palabras menos forma,
sólo la imagen retenida, atrapada:

suave movimientos de dedos
que juegan unidos al cabello.
¡Naturaleza viva, cuánto amor me das!
Es tan grande la belleza que me muestras,
tan maravillosa como eres.
Pero no me considero Hijo del Fuego,
¿será su vestimenta una señal?:
azul del cielo, el mar, de la noche bella;
qué es el gris sino el intento del blanco por ser negro.

Pero un número incierto de sombras
intenta ocultarle, nada pueden
ante una mirada penetrante,
ante un doble cristal
que provoca no cegarme.

Continúan los lívidos dedos,
ahora son las cejas su objeto,
después los labios,
bellos labios que adorna y humecta…

Mas es hora de moverse
y seguir la figura que se aleja.

MUJERES DE COLORES (II. Tierra)

CAVILACIÓN


El blanco cielo escapar deja
un manojo de fino rocío
al tiempo que sentado, mientras hablo,
obstruyo el camino de la gente.
Pero tranquila voz me calma
preguntado azules cosas.

Incoloros brazos levantan
la libreta y por debajo
del traslúcido lente
recorren mis palabras misteriosas.

Al cabello pardo acompaña
la pálida piel que se funde
con el carmesí del labio
y la mirada verde.
Sopla a mi rostro,
me deja volar al vacío.

A mi mejilla besa una gota
traída desde el mar:
llueve, hace frío,
pero allí sentado
ni el agua ni el viento
consiguen doblegarme
porque la antigua compañía
siempre mantiene la calma de mi ser.

MUJERES DE COLORES (II. Tierra)

GARZA


Juego con el alma solitaria,
la dejo voltear a todos lados
pero olvido defenderme del ataque:

el día del comienzo la vi,
no estaba sola, había otras:
tan lejana se encuentra aquélla
y a mi lado, un par de ases.

Cuando miro el nuevo paraíso
olvido el viejo consejo:
“deja de buscar y llegará a ti”.
No busco:
las blancas alas rozan mi hombro,
su delicado cuello se apoya en mí,
a mi oído el ave grazna,
suave, dulce, armonioso canto.

Volteo, se ha ido ella.
Me veo.
¡Hermosos ojos de esmeralda
se grabaron en mi mente!
Delicada ave, no logro comprender tu lenguaje,
¿podrías hablar conmigo lejos,
donde sólo nosotros podamos entendernos,
donde ni el Sol ni la Tierra nos espíen
ni puedan escucharnos?
Quiero aprender tu paso silencioso
cuando por el río andas cazando peces
y acariciar tu fino plumaje blanco
y no gris como el de los otros

¿Será ella o eres tú?
Quiero saber la verdad.

MUJERES DE COLORES (II. Tierra)

RECOSTADA


Prolongado hacia el sol naciente
tu brazo extendido,
en medio del mar océano,
busca al hermano continente
arrastrado por el agua.

Una jungla beige recorre tu cabeza;
rodea el par de manantiales
que reflejan tu interior
y muere al llegar a tierra altas,
las mismas que protegen tu planicie
de estrechas costas.

Allí el orbe se separa
en dos largas cordilleras guindas
que resguardan el tranquilo puerto
al final de aquel interno mar.

Rodeo con mi gris barcaza
el extremo norte de tu cuerpo,
descanso en la bahía formada
por el brazo separado
y la mano deseosa de unirse otra vez.
Arribo en tu costa,
me limito a maravillarme
con tu mundo:

desde las altas cumbres rosadas
hasta los lejanos escollos de tus pies.
Me pierdo en la selva,
nado en los ríos de tus lágrimas,
extraigo el fruto de tu ser.

Tu mano me ha alcanzado…
Amanezco junto a tu cuerpo
eliminando el agua alrededor.

MUJERES DE COLORES (II.Tierra)

AYER


Al melodioso ritmo de una balada
se une el llanto alegre de mi dicha
cuando viajo de regreso
e imagino en el día, al girar mi mente,
tus labios llenos de secretos
que poco a poco descubres
aventurándote a confiar en mí.

Ya no juego con tus ojos,
ahora bailo tu firmeza,
sobre todo en las mañanas bellas
pues me acercan más a ti.
Si en la noche sueño son tus trenzas
en el día dibujo el rojo carmesí
junto a mi boca.

Hoy te he visto ansiosa,
escurridiza, como una niña
aventurera en tierra extraña.
Quise llegar hasta tener
un palmo de distancia
pero el peso de mi alma lo impidió.
Me sentí solo de nuevo al perderte
entre los murmullos de fugaces entes.

Y qué pensar mientras mis pasos vuelvo a casa,
al evocar tu figura plantada en la escalera,
al suponer que hablaríamos hoy
y darme cuenta de que todo este naranja
llanto representa el anhelo no obtenido.

MORIBUNDO

En la noche me vi como bestia
y me di cuenta de que soy sombra,
pero la sombra que soy también es engaño,
porque a todo contacto rehuyo por mandato de la soledad.
Eso, ahora, me deja como al principio:
en la nada, en el vacío,
en esperanza de nacer en un mundo,
de ser yo y ser nada.

No deseo ser el mismo,
no deseo ser otro.

Tan sólo anhelo la existencia
que hay detrás de la muerte...