24 de junio de 2006

NACIMIENTO

Primero la tarde,
la copiosa lluvia veraniega,
luego la noche de semillas intactas.

Insectos vivarachos aflojan
los músculos fornicando unos con otros.
El ritual cesa
pasado el mediodía siguiente;
a la luz se ven alas esparcidas
y cuerpos mutilados,
pero seres con vida
viajan entre las semillas, apenas se abren.

Las torres de verde color
se llenan de nieve minúscula;
vuela el polen del macho a la hembra
con cantos que zumban,
la tarde regresa de nuevo.

Del suelo emergen los tallos de rosas,
narcisos, cientos de flores.
Ocupan la tierra,
destierran al pasto,
van creciendo con bellas formas:
curvas marcadas por el paso del viento;
con delicada tersura,
omnipotente encanto.

Sonríen las hermosas niñas,
complemento de la tosca hierba,
coqueteando con plantas y árboles,
frutos y vegetales.

Atraídos con fragancias exóticas
los bichos son atrapados
por ninfómanas flores,
damas de porte elegante
que llevan veneno en vez de néctar.

Terrible es la matanza,
las flores son muchas, de distintos colores.
Sus figuras, delicadas
y su mirada atrayente;
cada una con alma especial...

DECISIÓN ERRÓNEA

La risa, el banquete,
la nota de flauta.

En la sala de baile
los mantos purpúreos entonan
el canto de muerte.
La lanza ha roto el cuerpo
mientras la espada
abraza el cadáver.

El arpa, el laúd,
melodía de violín.

El vino eufórico
se escurre entre el lino rasgado
y la columna herida.
Un grito sin voz
acaricia la seda apagada
mutada del prado verde
a un río de magma.

La danza, la diva,
el cortejo de hombres.

La fuente de pie,
inmóvil su gesto,
dio de beber al borracho
y no al sediento.
La burla de uno invierte
la suerte del otro
y el cortejante de sano juicio murió.

17 de junio de 2006

IMPERIO

El mechero alumbra la alcoba
de la reina en el ocaso.
El horizonte se apaga
y la vista brilla con el ansiado
resplandor rojo en la frontera.

La llama tiembla
con el soplo del viento;
trae calor y luz
al hogar de la dama;
efímero sueño de lumbre.

Un mechero alumbra la tienda
del general en campaña.
El horizonte, cubierto de hombres
marchando al campo enemigo
ocultos por la sombra.

Las llamas envuelven
los cuerpos dormidos;
traen muerte y dolor
al hombre más débil;
terrible manto de fuego.

El sol alumbra el imperio naciente
formado con lazos de sangre
por hombres leales a la Belleza que reina.
Se hizo en la noche una nueva frontera
que avanza siempre, lenta,
hacia la autodestrucción.

CONQUISTA

¡Esa mirada!

El ave pasea dando vueltas
asechando a su presa;
su paso liviano,
finura en sus miembros.
Las plumas verdes, moradas...

¡Esa mirada!

Sus ojos cafés me miran un segundo,
basta eso para conquistarme.
Lo sabe,
por eso se aleja con la victoria:
ver su vuelo fértil
sobre el crepúsculo rojo:
un río que corre
partiendo la roca y el viento.

¡Esa mirada!

Soy su esclavo,
estoy perdido;
regresa para salvarme
de mi locura pero llora.
¡Ave de Paraíso... Faisán!
¿Qué rescate me das al cautivarme
con agua en los ojos de llanto, de risa?
¿Cuál es mi fin?
¿Dónde termina el río y comienza el mar?

¡Esa mirada!

Los subditos me espían,
estoy preso, cerca de ella,
las torres me impiden el paso
y comienza la batalla por la corona.
En el trono espera el Ave Reina.

¡Esa mirada!

Lluvia siniestra de piel clara,
lluvia humana de rizos teñidos,
lluvia escarlata ansiada por hombres,
lluvia verbal de aristócratas degradados,
lluvia de sangre derramada por sus coqueteos.

¡Esa mirada!

DESPRECIO

En medio de la niebla
me vi muerto, eludido,
con la noticia de mi soledad
en primer plano.
Entonces debí ascender al firmamento,
pero estaba atado a las gemas de la Tierra:
¡adoro las Esmeraldas!,
ese brillo calmado y paciente
que alumbra la delgada imagen.

Tampoco me atrevía a entrar
en la jungla de colores
por miedo a perderme en sus encantos.
Permanecí sentado en el vacío
esperando el momento de morir
y volver al suelo.

Al alzar la mirada...
¡un golpe directo al sistema nervioso!
Sólo así desprendí mis pies
y avancé con cautela
mirando al cielo nocturno,
a esa negrura que absorvía las estrellas.

Fue un ave de gran tamaño
la que guió mis pasos fuera del paraíso
para abandonarme en el desierto.

DEFINICIONES

Cuando nace es Princesa,
luego Musa y Reina;
al ser madre, Diosa.
La verdad es un ser simple
llamado Mujer.

Simpleza:
Se escriben poemas,
se suspira a su paso,
prometen cielo, tierra y mar,
pero la dama sólo pide comprensión.

Anhelo:
El hombre desea lo superior
y lucha por conseguirlo;
la mujer espera al ganador.

Juventud:
De la tierra nace la semilla
y crece hasta alcanzar el cielo...
más bien "le bajan la luna y las estrellas".

Vanidad y Dinero:
Siempre amó a las mascotas,
sobre todo a los conejos
por su belleza y elegancia.
Cuando fue grande quiso tener una vida igual...
encontró trabajo de "Conejita".

Lujuria:
Se llamaba Hija de Venus
la niña hermosa tendida en el suelo,
rasgada la ropa
manchada de sangre;
Hija de Venus, del amor y los placeres.

Esclavitud:
El día de su boda lloró...
ya no podría divertirse más.

Reina de Corazones:
Gobierna los corazones de otros
porque el suyo lo cambió por belleza.

Interés:
-¿Quién es ese hombre escaso de elegancia
y belleza que pretende mi mano?
¡Corredlo! -dijo la reina.
-¡Es el hombre más rico del mundo!- exclamó un conde.
- ¡Ah! Entonces llevadlo a mis aposentos
para tratar de política.

Gobierno:
La Bella en el trono ordena
a la Bestia de su marido.

Expiación:
Entró a la iglesia con amplios ropajes
seguida de innumerables damas
que reían y coqueteaban con disimulo.
Al salir el rostro satisfecho
expresa los pecados cometidos...
su alma ya puede ir al cielo.

Fe ciega:
- ¡Adiós mi Vida, mi Cielo,
mi Amor, mi Reina...!
- "Pobre, todavía cree que le soy fiel".

Mortalidad:
La mujer vive más
porque los hombres se matan por ella.