25 de agosto de 2006

Normalmente me limito a publicar textos literarios unicamente, sin embargo, esta es la excepción. El motivo por el cual lo hago es para anunciar la apertura de mi próximo blog que tratará exclusivamente del mundo fantástico creado por mi persona y por todos los que han querido formar parte de él. Como está descrito junto al título del blog, yo me peleo siempre con la computadora, así que es posible que haya algunas fallas al comienzo, pero conforme el tiempo pase y con un poco de ayuda (si me la dan) este mundo que he llamado Mível adquirirá la forma deseada para que puedan recorrerlo a través de los escritos que lo describen. Espero, ese es un objetivo, pueda incluir algunas imágenes de distinta autoria que describan la tierra, así como a su habitantes. Por falta de una pagina web, el blog tendrá que cubrir las espectativas. Ya hay un par de poemas al respecto en este blog: Viraje y Canto a la más bella de las Hechiceras. Deseo que corazones de todos aquellos que gustan de la fantasía queden más que satisfechos al adentrarse en este mundo que es producto de una enfermedad llamada "Locura Medieval y Tolkiana" y quieran forman parte de él como ya algunos la han hecho.
Si nos les agrada mucho la fantasía, pero conocen a alguien que sí, entonces no duden en darles la dirección del blog que pronto aparecerá en la Sidebar; dénse una vuelta también vosotros, porque otro objetivo es acercar a toda la gente posible a esta bella area que muchas catalogan como no-seria. Los invito a leer, si nos los convenzo al menos lo intenté, y si lo hago sean bienvenidos.

18 de agosto de 2006

CRISTIANISMO

Se dirigen al mar los lamentos
esperando de Skiold alguna respuesta
del anhelado regreso.

La casa comunal está ya repleta,
se agota el oro:
el viajero no quiere tomar los remos.

No ha vuelto la paz
que trajo el rey-niño a su llegada
en su barco de velas doradas.

Cae la noche en la antigua Dinamarca.
Velan los hombres los puertos
porque el hijo de Odín llegará.

El invierno se va, el verano muere,
La tierra marchita aumenta;
desespera el valiente vikingo.

Llega al fin una nave, monjes hay
que predican la fe del rey de hombres
que en pesebre nació.

¿Pequeño hecho deidad?
Sólo el hijo del Dios puede lograrlo;
se convencen también y se bautizan.

Con este poema termino la primera parte del Ciclo Nórdico, sólo que no he subido todos al blog jeje, lo hará próximamente. Ahora voy por la segunda parte del poemario.

10 de agosto de 2006

TRANSCURRE EL INVIERNO

El valle, anegado desde la costa
hasta el bosque oscuro,
el agua teñida de rojo,
las barcas flotando con ojos cerrados,
agrietadas, mutiladas,
con metal incrustado.
La loba se acerca y degusta un banquete.

La noche es fría, el invierno ha llegado,
Hel extiende su manto sobre Mídgard
para que los hombres sientan su gélida mano.
Los dragones se apiñan en el muelle
mientras las casas arden por el calor del hogar.
Cientos de hombres se reúnen
para dar comienzo al festín.

Uno recita las gestas del rey,
otro enseña su nuevo ropaje,
alguno presenta sus dagas,
no falta quien hable del hermano
ni quien diga que viene del norte.
Mientras hermosas doncellas escancian
el divino hidromiel.

Las pieles se aprietan y las llamas rugen,
la nieve se acerca al país de vikingos.
Los hombres felices conviven
en medio de sanas orgías
hasta que suena el cuerno de alarma:
su cruel enemigo sureño
ha venido a quemar casas
como pirata cobarde que es.

Se preparan las armas:
desde largas espadas hasta hachas dobles.
Los caballos se alistan,
los toros del mar reciben a sus tripulantes.
Después de un periodo de frío
la sangre encuentra calor
en el combate de lobos.

El campo, cubierto desde la costa
hasta el bosque oscuro
con agua teñida de rojo,
las naves flotando sin ojos azules,
heridas, sin miembros,
con el rubio cabello y el metal incrustado.
La venganza está hecha y ahora se van.

9 de agosto de 2006

LOS DIOSES TRABAJAN

Las
flores
nacen
como
montes
y aves;
son
sólo
pocas
pero
todas
van

arriba.
Por cada
seca hoja
hay tres
que traen
belleza.
Ya cantan
los pájaros
divinos
al sol
oculto
por nubes;

es más fácil
mirar cielo
sin ver tierra.
Mejor vive
ciego el topo,
al cavar,
y no el búho
que nocturno
ve a su presa,
la devora,
permanece
hasta el alba,

pero el crepúsculo
lo ahuyenta
con su manto rojo.
Y llama al agua,
al fuego, al viento
a formar vida.
Los verdes vuelven,
los cielos lloran,
ya nace el hijo:
el indio viene
alegre sin
el canto de ave.

Cuanto más gastado,
se ve el hombre solo.
Mas el Dios regresa
cumpliendo promesas
hechas siglos antes:
trae consigo caos.
Otro día avanza,
se lleva éste todo:
temblará la nieve,
morirá el dolor,
nacerá la vida…
¡No ven que ya llueve!

Ya los valles se inundan
por el brazo extendido:
es Tláloc que trabaja.
Cada árbol lo saluda,
se parte cada grano
y un tallo salir deja.
Se acerca la Serpiente,
fecunda el suelo arado,
proceso que repite
hoy, mañana, por siempre.
El mundo se llenó
de Dioses no acabados:

alumbra el día Tonáltzin,
se roba almas Coatlicue
que lleva a Mictlantecuhtli
(viejo y sabio de sobre es).
No falta la sangre roja,
Huitzilopochtli guerrero;
pero falta Quetzalcóatl,
fecundo al amor, la flor,
fecundo al odio, dolor,
y la luna, las estrellas,
el árbol (Ceiba), el maíz,
y lo que vendrá después…

¡Agua, más agua por favor!
Envía lluvia, señor Tláloc,
porque los Ciervos agonizan,
también desespera el Jaguar.
Manda a tus hijos Xochiquetzal,
Tlazolteotl, une a los hombres:
que comience el baile en las plazas,
que principie el ciclo de nuevo,
que el trueno con un grito cubra
los campos y muestre el poder
de los divinos seres vivos;
que se escuche el canto de amor.

Renace el color de vida, aroma
bendito traído de los cielos,
renace en capullos finos
que alimentan el verdoso suelo,
pues hoy que es hermosa primavera
los Dioses trabajan amando la
tierra que da cobijo a sus hijos,
aquellas creaciones hechas con
prolongado suspiro luego
de destruir y crear todo nuevo;
hechas con el propósito único
de adorarlos e inferiores ser.

Tiempo de canto y danza comenzados,
tiempo atrapado en la eterna flor bella;
los frío se han marchado con apuro.
Termina el canto, guerra que comienza:
corren los Jaguares con sus armas listas
–hacen temblar el suelo con pisadas-
y gran cantidad de Águilas los sigue.
Vuelan los escudos, la sangre brota,
los cuerpos se arrastran amarrados,
morirán al siguiente día bajo
un puñal que destroce el corazón:
no debe parar la lluvia abundante

o la vida acabará con rapidez.
Mas el cielo muestra una fugaz estrella
unida al sangrante sol crepuscular.
Intimida a los hombres: miran arriba,
ven el horizonte del mar con sorpresa:
¡a lo lejos estás, flota de navíos!
La tierra se estremece sola al llamado
que nace de los Padres Nuevos con
tremendos soplidos en el caracol.
¡Entonces ya estaban separados, hijos
de los dioses de naturalezas todas,
separados ya tras las Guerras Florales!

Eran los hijos esparcidos por la tierra
los habitantes de magníficas ciudades:
señores de Texcoco, amos de Tenochtitlan,
guerreros tlaxcaltecas, sabios de Cholula;
vivían en Huejotzingo, hasta Cempoala;
eran todos nacidos del maíz sembrado…
La espiga de fuego se fue causando gran
espanto en las gentes: fatal destino esperan.
Presagios siete luego hubo: fuego en el templo,
rayo en el jacal, tres líneas hechas lumbre,
un borbotear de agua seguida del grito
desesperado de una mujer, mala el ave,

aún más los deformes hombres; todo vieron.
La sangre corrió exigida por los “dioses” para
mantener de los hombres el cariño y no ser
olvidados después que muera el mundo, su mundo.
Entonces llegaron hombres blancos en sus “torres”,
traían grandes “ciervos” y de fuego cañones;
venían de oriente vestidos con pesado hierro.
Fueron tratados como merecían los Grandes,
se les dio regalos sólo para acrecentar
una ambición naciente: muy prestos avanzaron
a la capital. ¡Oh, cuántas vidas se perdieron!,
aunque también de ellos perecieron los soldados.

Es la fiesta del Dios y se danza, viene la muerte:
los brazos mutilados, la pared pintada en rojo,
los cañones despedazan, los sesos en el piso…
Primero se retiran y después comienza el sitio.
Los gritos de mujeres; calles despobladas quedan.
Se dio la conquista del pueblo todo, nada hicieron
los dioses, nada pudieron contra ese gran poder:
aquellos que trajeron nuevas formas de vivir:
enseñaron su alfabeto, su religión. Mataron
cuantos no les parecían; ya no hubo alguna imagen.
Entonces los divinos trataron de recobrar
los sacrificios y altares hechos por los humanos.

Y
aún
continúan
luchando por
eso que fue suyo,
por tener templos nuevos,
para escuchar las plegarias
y ver a los hombres danzar.
Hoy mueven la tierra destruyendo
lo que poseen sus hijos: queman bosques,
inundan casas, oscurecen el cielo,
los sembradíos secan; esto por querer
recuperar todo otra vez. ¡Pobres!, todavía
no saben que fueron remplazados por una cruz.

Este texto es el resumen de un proyecto mayor en el que estoy trabajando, pido paciencia pues el trabajo no sólo es extenso, sino que requiere de una profunda investigación. Espero con ansías el momento de tenerlo listo para darlo a conocer.

3 de agosto de 2006

A LA SIRENA QUE NO CUMPLIÓ SU COMETIDO

Amar es reconstruir, cuando te alejas,
tus pasos, tus silencios, tus palabras,
y pretender seguir tu pensamiento
cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas.

XAVIER VILLAURRUTIA


El gusto por una mujer no se compara con el dolor del alma,
porque es éste producto del amor
y aquél… se trata sólo de una mujer.
¿Y cómo definir lo que yo siento
cuando confuso veo al otro lado del cristal?
No defino, aunque interior conservo la respuesta.
Mas conócela tú -¡Sirena de mi muerte!-
y dime pronto cuál será mi fin.


Un comienzo nada es sin un final
y lo último es lo que primero digo:
tu mirada, mi desmayo mental.

Yo con la suerte de no hablarte vivo,
con llanto matutino de existir,
de saberme tan sólo si te miro,

porque ser algo es imposible sin
tener amor. Y cómo quieres que obre
si he renunciado ya ha todo por ti:

llamé a cada demonio por su nombre
para alejar mi carne de las llamas,
para entrar al inframundo, muerto orbe.

Pero siempre te perdí, abrazada
con firmeza al oscuro lado mío,
oscuro cuando no mantiene calma

el viejo mundo interno no preciso.
¡Doliente veo la desgracia activa
que desgarra mi mente de zafiro!

Entérate ahora de este mi pensar
porque cada uno filosofa diferente.
Y si escribo y no comprendes
nada vale entonces tanto comparar,
¡audaz flecha punzante que destruyes al contacto!
Atención pido a mi pobre narración,
no porque sea triste y lastimera,
sino por ser y hacerme lo que soy:

Yo no nací con blanca luz de día,
sino con luz venida de los astros
cuando una semana de noviembre iba.

Me glorío a los hombres de ser raro
porque la luna me estrechó primero,
después fue el frío quien me dio el abrazo,

para, a lo poco, continuar el viento,
el torbellino, el agua, la maldad…
hasta faltar solamente el cruel fuego.

Así con todo tuve que luchar
sin nadie en compañía que me guarde
del mal causado por la humanidad.

Y en tenaz duelo sin poder armarme
–donde yo soy el único que pierde-,
contra el calor, ¡¿hay alguien que me salve?!

Busqué la soledad al desprenderme,
incluso ayer me vi roto en mil piezas…
Nunca gocé paz hasta conocerte.

Mas no vayámonos por otro tema,
aunque importante sea lo anterior,
ya que aquello ocurría sin sospechas.

Por eso es la noche una adoración,
no una noche vista por artistas,
sino más bella y llena de sabor.

Lo blanco para mí es la negra vida:
nos vemos reales cuando el sol se oculta,
en la noche no existe hipocresía:

somos seres ¡Despierten de sus tumbas!
¿Por qué fingir bajo el calor de luz?
Responde, no me prives de una cura.

Al frío lo amo, al agua quiero, y tú,
como sirena, estás cantando muerte ,
la misma que conservas en baúl.

Veo mi mundo fuera (diferente)
de los otros… Este pueblo me da asco.
¿Acaso observa lo más evidente?

¿Qué respuesta doy a mis preguntas?
¿Qué acción ejerzo frente a mis conflictos?
No hay término que me mantenga estable.
No hay, porque son medios distintos.
“Comienzo a perder mis esperanzas, comienzo a morir…
Comienzo a odiarte, o tal vez a amarte”...
No es así.

Y son muchas palabras las que trago,
incluidas cuantas pude concebir;
todas ellas historias que no acabo.

No es igual pensarte a verme morir,
pero ningún intento me condujo
a verter cuantiosas gotas por ti.

Miras cuanto te rodea como tuyo,
pero no posees nada de verdad;
ante lo cual yo río y yo no escucho,

porque hacerlo sería el aceptar
todas las cosas que no quiero ver:
tu orgullo, tu arrogancia y vanidad.

¡Divina sirena inconforme! Ves
que no soy un idiota corrompido;
observa dentro de mi mundo ¡VEN!

No por ser tu una ninfa y yo un marino
me extravíe en terrible mar de fuego.
¡Ya quiéreme, o mejor dame dos tiros!

Y es que yo no soy otro Odiseo
que arriesga todo por el canto de tus ojos,
ni tampoco aquél que implora al cielo por oír tu voz.
No soy yo quien ruega ni se hinca ante ti.
Antes bien soy el que mira ajeno
el trabajo de los otros sin sentir pesar.
Me veo firme. Me veo ausente.
Me veo libre, lleno de sueños.
No estoy muerto aunque tampoco vivo.
Más bien vivo ya estando muerto.