Aquel día lloré su ausencia
bajo el ramaje seco de una jacaranda,
escuchaba la voz en el viento
sin calmar mis ansias de mirar sus ojos;
mi llanto creció.
Un rayo lunar palpo mi semblante,
imaginé tus dedos;
pregunté a la Luna los motivos
que te alejan...
La voz que respondió me dejó perplejo,
no era ya de noche
ni la luna sonreía,
era el sol naciente,
eras tú que te acercabas a mi mundo.
1 comentario:
Las jacarandas son mágicas, te llevan a otros mundos fantásticos y míticos en donde todo es absolutamente real.
La luna, fiel amiga, compañera de los solitarios amantes, y de las hadas que se ocultan de los amores diurnos.
Me encanta tu poesía!
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