Saltando poco a poco,
al ritmo de un jarabe tapatío,
sigue la suave línea de la espalda:
sube y baja, baja y sube.
Danza hipnotizada cual cobra
y discreta se mezcla con el aire,
se enrosca y sujeta a su presa...
Estoy indefenso.
Mis manos atadas por su brillo dorado.
Mis ojos tiesos cuando, libre,
logra destrenzarse y cae cual cascada.
Mis labios mudos...
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