Están los ojos desafiantes,
soberbios, inquisidores,
que juegan, se burlan
y golpean mi coraza
en medio de tremenda guerra.
¡Cuánto los deseo!
También hay ojos tímidos,
brillantes y llenos de esperanza.
Son pozos eternamente abiertos:
miran hasta el cansancio ávidos de poseer.
Me incomodan, pero no los detesto.
Lo hay grandes y hermosos,
poseedores de veneno y vergüenza.
Están ocultos, al acecho,
en espera de que la presa sea débil.
Me agradan y están prohibidos.
Se encuentran los orgullosos,
llenos de vanidad y egolatría…
me confunden.
Y yo en medio de todo,
yo culpable,
yo deseado y deseoso,
yo víctima y verdugo,
casi arrepentido por pedirles que miraran.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario