Vi tus ojos y morí en el acto,
cristalina imagen que me devora,
cuando creí ser libre.
Vi tus ojos y me ahogué en el recuerdo
de un mar y una cruz lejana:
una tumba donde sepulté el amor.
Vi tus ojos y desgarré mi corazón,
pérfido dador de vida
y hermano del sufrimiento.
Cerré los ojos para observar
y el mundo me colmó de llanto:
inevitable sentimiento de pasión
que me corroe y se acrecienta,
que me posee y se engalana,
que pone a prueba mi voluntad.
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