29 de diciembre de 2005

HECHIZO

¿Recuerda el primer día que hablamos?
Mis neuronas revoloteaban
como mariposas espantadas,
mi corazón se dilató
y la sangre almacenada
dejó mi cuerpo inmóvil.
Sólo pude preguntar tu nombre.
¡Sagrado nombre!

Y es que era un tonto,
lo sigo siendo cuando estamos cerca.
Tan perfecto en mente
pero tan imbécil en acción.
¿Cómo competir contra tu audacia
cuando el amor me embrutece,
sobre todo si el veneno no ha cedido?

Te imagino de paseo
por la bella ciudad barroca
y te describo con mis clásicas
palabras de romántico.
“Se realista” dice el cerebro,
“mejor de fantasía” argumenta el corazón.
Mi alma medieval compite en justa
contra tus modernos procedimientos
procurando alcanzar el punto intermedio.

¿Está ahí? ¿Puedes escucharme?
Necesito decir lo que siento,
demostrar mi cortesano amor,
pero el valor de caballero me abandona.

¿Recuerda ese día?
Yo era un niño
y tú un hada...
Desde entonces no dejo de pensar en ti.

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