Exquisitos sorbos viñeros
acompañan la lobura desatada.
Son lo hijos no queridos
en los vientos de la aurora
que desaparecen con el elíxir francés.
son la noches de tertulia
la esperanza del enamorado.
Somos encarnación de la desgracia,
los proyectos inconclusos
que al fin terminan su ciclo.
Corre la sangre en el crepúsculo,
mejor morir que caer.
Son metamorfosis caninas
en los montes de libros
aullido de dolor no deseado.
Son esas veladas noches
despertar de sentimientos.
Se inyecta en nuestras venas
la poética droga musical
cuando más amor necesitamos.
La pluma es ágil, de la mano
herramienta indispensable.
Son poetas nocturnos
en vísperas de muerte
los próximos en ser malditos.
Son la luna y un buen vino
el deseo para amar.
1 comentario:
Bienvenido de regreso. Que me trajiste? jajaja no es cierto. Pues ya pronto nos veremos y estuvo muy chido el cuento número VII de los desesperados y chido este poema. Remembranza en su más puro estilo.
Un abrazo.
Alfredo G.
PD Diría más cosas pero ya sabes que eso no va con nosotros. No? Pero ya te sabes el mensaje intrinseco.
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