1 de mayo de 2006

MUJERES DE COLORES (II. Tierra)

RECOSTADA


Prolongado hacia el sol naciente
tu brazo extendido,
en medio del mar océano,
busca al hermano continente
arrastrado por el agua.

Una jungla beige recorre tu cabeza;
rodea el par de manantiales
que reflejan tu interior
y muere al llegar a tierra altas,
las mismas que protegen tu planicie
de estrechas costas.

Allí el orbe se separa
en dos largas cordilleras guindas
que resguardan el tranquilo puerto
al final de aquel interno mar.

Rodeo con mi gris barcaza
el extremo norte de tu cuerpo,
descanso en la bahía formada
por el brazo separado
y la mano deseosa de unirse otra vez.
Arribo en tu costa,
me limito a maravillarme
con tu mundo:

desde las altas cumbres rosadas
hasta los lejanos escollos de tus pies.
Me pierdo en la selva,
nado en los ríos de tus lágrimas,
extraigo el fruto de tu ser.

Tu mano me ha alcanzado…
Amanezco junto a tu cuerpo
eliminando el agua alrededor.

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