HIPOCRESÍA
Curiosa la niña obedece al instinto.
Su sangre se excita
en el puerto del este.
Su fama se esparce
sin alcanzar gloria
de la capital a la costa.
Busca a la gente,
su cadera se mueve con ritmo:
le encanta la pasarela,
el aplauso, los gritos...
No conoce su suerte,
su único objeto es ser la mejor.
Viste agresivo rojo,
en las piernas el negro luce,
la piel dorada,
sus ojos, miel.
La noche acaricia sus curvas,
el aliento pide alcohol
para perderse en sentimiento
pues en el fondo es poeta,
su tema, locura y pasión.
Pero de día,
mientras gobierna el sol,
el cabello cobrizo teñido de mil formas,
es suave al contacto,
te atrapa como enredadera.
Y los labios delineados finamente
mienten llenos de furia
a pesar de la linda sonrisa,
mienten para no recurrir al espejo.
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