20 de diciembre de 2007

I.I.I MÔRVEL, LA TIERRA CONOCIDA

Te veo, hermano, y mis ojos vuelven a llorar. Volteo la vista y la enorme pradera destroza mi alma. Miro al frente y las montañas congelan mis venas al tiempo que cierran el camino que seguimos. Tres meses llevamos avanzando hacia la blancura del norte y el frío absorbe cada milímetro de esperanza que llevamos.

Te miro, mi hermano, como lo hice aquella ocasión cuando nos dirigíamos al mismo lugar que ahora, hace ya tanto tiempo de eso. Salimos de Môngul cuando la primavera se acercaba y cruzamos El Muro seis meses después con las bestias casi a reventar. Entonces comenzó el ascenso y la oscuridad de las cavernas, el inmenso túnel que termina mil metros por encima de Lûnverg; luego hay que descender hasta la ciudad y tomar el primer navío que lleve al norte, siempre al norte, hasta encontrarnos frente al Golfo de Rôzvarg y Närvik, la Ciudad de las Torres. Ese es el rumbo que también llevamos hoy. Y ya he perdido todo sentimiento.

Y cuando la tormenta envuelve el barco y nos vemos obligados a seguir por tierra, ¿qué esperanza tenemos de llegar con vida hasta el Puerto Solitario atravesando los inmensos valles cubiertos por la nieve? Éramos jóvenes en aquel entonces, sin embargo nuestro trayecto fue terrible y casi terminamos sepultados. ¿Será que ahora podamos vencer nuestros temores? Míranos, perdidos en la Inmensidad, donde lo único existente es el Silencio Blanco que se traga mis palabras, mis suspiros, mi firmeza. ¿Quiénes somos? ¿Acaso sombras, fantasmas, o los encargados de salvar a nuestro pueblo? Lo he olvidado todo a causa del mismo viaje, primero por el valle cubierto de sangre, después las montañas terribles y ahora esto, la inmensidad blanca.
Con un poco de memoria puedo hacer a un lado el color del vacío y visualizar los de mi tierra. Puedo ver flores y ríos, y sentir su olor nuevamente, hasta que mis ojos vuelven a llorar porque toda la belleza de Môrvel se ha destruido. Antes el arco iris se encontraba en todas partes, hoy solamente en nuestro sueño; en la vigilia está la oscuridad cubierta por el escarlata de los muertos y la putrefacción.
Debemos seguir avanzando hasta sentir la brisa del mar y escuchar el sonido de las trompetas que anuncian la llegada de la noche. Debemos encontrar el puerto tallado en la roca de la montaña convertida en ciudad, una ciudad rodeada por torres inmensas y un muro tan fuerte que sólo los Kintz podrían derribar. Debemos llegar al monte que sirve de acceso a la urbe, el único por tierra, y luego caminaremos por la calles rumbo al río que cruzaremos por el puente hacia la Isla Caracol, allí veremos el palacio tan bellamente ornamentado y hablaremos con Él. El Rey-emperador de Antägriz, el Nuevo Imperio del Norte.
Nos postraremos a sus pies e imploraremos su ayuda. Le contaremos todo lo que ha pasado desde que Tûrar Naralĩnga abandonara el mundo; le diremos cuál fue su historia y por qué no debe terminar.

Olvidas, hermano, que Él es nieto del Dios y que Vintrëza, su esposa, vive en el mismo palacio; conoce la historia, por lo tanto. Sabe de la guerra y el por qué de nuestra encomienda.
Deja a un lado tus fantasmas y permite a tu caballo continuar, él sabrá a dónde dirigirse pues esta es la tierra de sus ancestros. No pienses más en la muerte porque tarde o temprano nos alcanzará. Cuando estemos frente a Él te diré otra cosa, no ahora, no en medio de la Tierra Blanca. No mientras Môrvel siga con vida y nosotros también… Mejor repítemela a mí, para que mi alma sepa que aun vive.

Te la diré, de aquí hasta alcanzar nuestra meta, para que nuestras almas olviden el frío y se calienten con el fragor de las batallas, pero tú me ayudarás a recordar...
Este es un fragmento del primer capítulo de mi novela El Resurgir de la Noche. Para saber más acerca de este texto, visita mi otro blog: http://mundogota.blogspot.com, allí conocerás otros escritos sobre Mível, el Mundo de la Gota.

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