24 de enero de 2009

MARGINACIÓN

El cielo en tormenta.
La galera naufraga.
Uno a uno van reuniéndose
los supervivientes del huracán.

Viven aislados,
esperan un nuevo vehículo que los lleve de vuelta.
Se resignan a vivir allí.

Los grandes descubridores
hacen alarde de su hallazgo
al explorar la jungla en la sierra.

El cielo explota.
Los caminos desaparecen;
los viajeros naufragan.

* * *

La noticia volverá a la primera plana
con los nuevos aventureros.

17 de enero de 2009

OPORT(O)-UNIDADES

El niño llora:
tiene hambre y desea jugar;
su cuerpo enclenque tiembla de frío
o se quema por el sol.

La joven sufre:
ansía disfrutar la vida,
conocer el mundo,
pero debe lavar la ropa,
preparar la comida;
encontrar un marido que le hijos a granel.

La madre ignora quién es.
Compra, vende, se entrega al café.
Cose la ropa, cuida a los niños…
alimenta al patrón.

El padre está ebrio,
estira la mano para comer.
Quiere más cerveza y mujeres.
Duerme en el día,
de noche las telenovelas y más jovencitas.

16 de enero de 2009

GLOBALIZACIÓN

En la sierra comí maíz, frijol,
calabaza y chayote.
Bebí de naranjas
y agua de manantial.

No sé cuando comencé
a desayunar “papitas y refresco”
y a mirar televisión con sky.

Kukshiln wix
lu snapáp kaní nín
y lu tlan tasíy

Ki yúkshilti
xasat luwan kinkgalskint
tu jliskujh

Jmakilkasksankgon kín tachiwin,

mín tsí y kíltamaku.

REMINISCENCIA

Te vi,
pálido fantasma,
y me pareciste hermosa.

Me viste,
nuevo forastero,
y me preguntaste por mi oficio.

Y te callaron mis palabras,
tu madre y los días.
Pero tus ojos aún hablan en mi mente.

10 de enero de 2009

LA SIERRA

Tú eres montaña sobre montaña
que me aíslan y detienen,
el árbol más el árbol
que se suman a lo desconocido,
el ejército de insectos
que invade mi cuarto cada noche,
el desfile de relámpagos
que interrumpen mi sueño;
los padres y alumnos
que esperan la enseñanza.

Yo soy el maestro de mirada melancólica
que anhela el suelo del valle,
yo el alumno que escucha y aprende,
que opina y suspira,
yo el hombre solitario
que se encierra y recuerda;
yo el fantasma que vino a morir
y se perdió en las nubes.

Lluvia y trueno, roca y tierra,
retumban en mi cabeza
cual tambores hasta apagarse el sonido
de la verdad y el consuelo:
que falta mucho para amoldarnos.

4 de enero de 2009

ÁFRICA SERRANA

Continente olvidado,
ciudad cerrada;
limítrofe con la desgracia,
con la desidia y la pereza;
vecina del infierno
(infierno mismo somos),
del abismo interminable,
de la noche concertista.

Y eres muda, ciudad,
porque tu voz se va a pagando
como la de tu vecina suda-mericana,
que suda y olvida, suda y muere,
el buen aire ya no es suficiente:
su gente nada quiere saber, nada decir,
pues se sienten totos,
se sienten nacos,
y mejor callan.
¡Error!
Más es mi vergüenza de ignorante.

Te escondes en la montaña,
en la selva agonizante,
(otra vez cual con-ti-nente);
contigo te ríes,
conmigo te escondes,
ente dormido,
repudiada criatura.
Somos un rincón que deambula entre olas verdes.

Cinco las horas de camino,
tres los días sin paso
cuando la lluvia arrecia,
dos las semanas de encierro,
uno el año que me queda.

FORASTERO

Están los ojos desafiantes,
soberbios, inquisidores,
que juegan, se burlan
y golpean mi coraza
en medio de tremenda guerra.
¡Cuánto los deseo!

También hay ojos tímidos,
brillantes y llenos de esperanza.
Son pozos eternamente abiertos:
miran hasta el cansancio ávidos de poseer.
Me incomodan, pero no los detesto.

Lo hay grandes y hermosos,
poseedores de veneno y vergüenza.
Están ocultos, al acecho,
en espera de que la presa sea débil.
Me agradan y están prohibidos.

Se encuentran los orgullosos,
llenos de vanidad y egolatría…
me confunden.

Y yo en medio de todo,
yo culpable,
yo deseado y deseoso,
yo víctima y verdugo,
casi arrepentido por pedirles que miraran.