20 de abril de 2008

CONCIERTO

Al llegar la noche, las estrellas enmudecieron y el público quedó atónito y descepcionado. ¿A dónde habían ido aquellas hermosas voces? ¿Qué había sido de ellas? ¿Por qué no se estaban allí después de que habían esperado tanto tiempo para escucharlas? Y miraban a todos lados esperando una respuesta a sus interrogantes sin saber lo que sucedía.
Llenos de furia al fin, los seres se levantaron y conmezaron a destruir todo lo que había a su alrededor. Desesperadas, las nubes los envolvieron y todo permaneció en tinieblas.
Cuando al fin la mañana se hizo presente y obligó a las nubes a retirarse, el escenario había desaparecido y en su lugar se encontraba la ruina y el caos. Pero nadie había allí, todos huyeron ante la fuerza de la luz solar. Y el día transcurrió sin incovenientes, mas al llegar la noche de nuevo, otra vez los seres se habían reunido esperando escuchar esta vez a las estrellas, pero nada. El silencio era absoluto.
Molesto, el sol se presentó antes de tiempo, mientras las criaturas volvían a destruirlo todo, y las castigó dándoles formas diversas y las hizo hablar, para que fueran ellas quienes cantaran y no volvieran a provocar caos nunca. Pero en el fondo él también temía por las estrellas que se habían quedado mudas.
Y fue a verlas para saber lo que pasaba, mas su sorpresa fue mayor al verlas, porque comprendió que ellas no habían enmudecido sino que eran los otros los sordos. Así que regresó y se encontró con un concierto nocturno que no tenía ritmo. Entonces ordenó a las estrellas que brillaran para que con sus luces dirigieran los sonidos de las criaturas y así hubiera armonía en el sonido. Y lo lograron: cada noche al brillar las estrellas miles de seres entonan sus cantos al ritmo de luz sin que ninguno de ellos pueda oirlo, y el concierto fue sublime.
Tanto los escuchó el sol que sintió envidia de ellos, pero era demasiado tarde para cambiar las cosas, así que ordenó a todas las criaturas diurnas que imitaran a sus compañeros de la noche. Pero en el día sólo el brillaba y su luz no tenía matices, así que los músicos tuvieron que inventar la escala musical para crear sinfonías. Pero ninguna ha sido hasta ahora tan maravillosa como la que cada noche se oye cuando brillan las estrellas.

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