4 de enero de 2009

ÁFRICA SERRANA

Continente olvidado,
ciudad cerrada;
limítrofe con la desgracia,
con la desidia y la pereza;
vecina del infierno
(infierno mismo somos),
del abismo interminable,
de la noche concertista.

Y eres muda, ciudad,
porque tu voz se va a pagando
como la de tu vecina suda-mericana,
que suda y olvida, suda y muere,
el buen aire ya no es suficiente:
su gente nada quiere saber, nada decir,
pues se sienten totos,
se sienten nacos,
y mejor callan.
¡Error!
Más es mi vergüenza de ignorante.

Te escondes en la montaña,
en la selva agonizante,
(otra vez cual con-ti-nente);
contigo te ríes,
conmigo te escondes,
ente dormido,
repudiada criatura.
Somos un rincón que deambula entre olas verdes.

Cinco las horas de camino,
tres los días sin paso
cuando la lluvia arrecia,
dos las semanas de encierro,
uno el año que me queda.

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