13 de noviembre de 2005

Reflexión

Inclinada y desgastada
se encontraba su mirada
entre aquellos falsos cristales
que brillaban vivazmente al mediodía.
Y veía a cada humano a su paso
sin voltear su delicado cuello.

Ha llorado,
más que el mismo cielo.
Ya no ríe más,
porque el mundo cruelmente
le arrebató la alegría;
y cae muy hondo,
cae sin poder sentir,
ni el golpe final del abismo
ni el vacío estrangulador del aire.
Pero aun así intenta desvelarse
del oscuro secreto que guarda.

Poco a poco va recordando su pasado,
un pasado incierto lleno de dolor.
Y la mirada se levanta al compás
del frío viento que acaricia
sus mejillas, mientras sigue el curso
que el tiempo le dispuso.

El crudo invierno ha pasado por la tierra,
mas no así por aquella
alma solitaria que sentada observa
el transcurso irremediable de los años,
mientras, tristemente, coge un
espejo roto entre sus manos.
Al fin ríe la criatura.

Sus ojos se han secado lentamente
y su voz cobra fuerza.
Y tras llenar sus pulmones de aquel aire,
lanza un último grito antes de caer al suelo.

No hay comentarios.: