3 de agosto de 2006

A LA SIRENA QUE NO CUMPLIÓ SU COMETIDO

Amar es reconstruir, cuando te alejas,
tus pasos, tus silencios, tus palabras,
y pretender seguir tu pensamiento
cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas.

XAVIER VILLAURRUTIA


El gusto por una mujer no se compara con el dolor del alma,
porque es éste producto del amor
y aquél… se trata sólo de una mujer.
¿Y cómo definir lo que yo siento
cuando confuso veo al otro lado del cristal?
No defino, aunque interior conservo la respuesta.
Mas conócela tú -¡Sirena de mi muerte!-
y dime pronto cuál será mi fin.


Un comienzo nada es sin un final
y lo último es lo que primero digo:
tu mirada, mi desmayo mental.

Yo con la suerte de no hablarte vivo,
con llanto matutino de existir,
de saberme tan sólo si te miro,

porque ser algo es imposible sin
tener amor. Y cómo quieres que obre
si he renunciado ya ha todo por ti:

llamé a cada demonio por su nombre
para alejar mi carne de las llamas,
para entrar al inframundo, muerto orbe.

Pero siempre te perdí, abrazada
con firmeza al oscuro lado mío,
oscuro cuando no mantiene calma

el viejo mundo interno no preciso.
¡Doliente veo la desgracia activa
que desgarra mi mente de zafiro!

Entérate ahora de este mi pensar
porque cada uno filosofa diferente.
Y si escribo y no comprendes
nada vale entonces tanto comparar,
¡audaz flecha punzante que destruyes al contacto!
Atención pido a mi pobre narración,
no porque sea triste y lastimera,
sino por ser y hacerme lo que soy:

Yo no nací con blanca luz de día,
sino con luz venida de los astros
cuando una semana de noviembre iba.

Me glorío a los hombres de ser raro
porque la luna me estrechó primero,
después fue el frío quien me dio el abrazo,

para, a lo poco, continuar el viento,
el torbellino, el agua, la maldad…
hasta faltar solamente el cruel fuego.

Así con todo tuve que luchar
sin nadie en compañía que me guarde
del mal causado por la humanidad.

Y en tenaz duelo sin poder armarme
–donde yo soy el único que pierde-,
contra el calor, ¡¿hay alguien que me salve?!

Busqué la soledad al desprenderme,
incluso ayer me vi roto en mil piezas…
Nunca gocé paz hasta conocerte.

Mas no vayámonos por otro tema,
aunque importante sea lo anterior,
ya que aquello ocurría sin sospechas.

Por eso es la noche una adoración,
no una noche vista por artistas,
sino más bella y llena de sabor.

Lo blanco para mí es la negra vida:
nos vemos reales cuando el sol se oculta,
en la noche no existe hipocresía:

somos seres ¡Despierten de sus tumbas!
¿Por qué fingir bajo el calor de luz?
Responde, no me prives de una cura.

Al frío lo amo, al agua quiero, y tú,
como sirena, estás cantando muerte ,
la misma que conservas en baúl.

Veo mi mundo fuera (diferente)
de los otros… Este pueblo me da asco.
¿Acaso observa lo más evidente?

¿Qué respuesta doy a mis preguntas?
¿Qué acción ejerzo frente a mis conflictos?
No hay término que me mantenga estable.
No hay, porque son medios distintos.
“Comienzo a perder mis esperanzas, comienzo a morir…
Comienzo a odiarte, o tal vez a amarte”...
No es así.

Y son muchas palabras las que trago,
incluidas cuantas pude concebir;
todas ellas historias que no acabo.

No es igual pensarte a verme morir,
pero ningún intento me condujo
a verter cuantiosas gotas por ti.

Miras cuanto te rodea como tuyo,
pero no posees nada de verdad;
ante lo cual yo río y yo no escucho,

porque hacerlo sería el aceptar
todas las cosas que no quiero ver:
tu orgullo, tu arrogancia y vanidad.

¡Divina sirena inconforme! Ves
que no soy un idiota corrompido;
observa dentro de mi mundo ¡VEN!

No por ser tu una ninfa y yo un marino
me extravíe en terrible mar de fuego.
¡Ya quiéreme, o mejor dame dos tiros!

Y es que yo no soy otro Odiseo
que arriesga todo por el canto de tus ojos,
ni tampoco aquél que implora al cielo por oír tu voz.
No soy yo quien ruega ni se hinca ante ti.
Antes bien soy el que mira ajeno
el trabajo de los otros sin sentir pesar.
Me veo firme. Me veo ausente.
Me veo libre, lleno de sueños.
No estoy muerto aunque tampoco vivo.
Más bien vivo ya estando muerto.

No hay comentarios.: