22 de enero de 2008

CUENTOS DESESPERADOS

CUENTO XIV


Seis días de descanso y ya hasta los muertos me hablan. Necesito dejar la tele un rato y salir más.
Seis pinches días en la computadora y ya no aguanto mis ojos. Mejor hubieran sido las clases, allí por lo menos dormía a gusto.
Seis días de trabajo y estoy harto, ahora sé porque tardé tanto en salir del colegio, estaba mejor en la escuela, allí están mis amigos.

Una semana, sólo pude resistir una semana de clases. Me hacen falta más días de descanso.
Es la segunda clase y no aguanto, y eso que apenas es lunes, carajo. En mi casa espera la cama y la comp., bendita la hueva que me creó.
Un día de regreso al colegio y me encuentro con la noticia de que mis amigos siguen solteros, ¡qué novedad! Y veinte mil horas de peroratas y quejas. En el trabajo no se quejan tanto de su suerte, y eso que esa gente está mal, realmente mal.

Mi primera frase y pensamiento al despertar es: ¡Soledad, te adoro! Ojalá una chava que conozco se llamara Soledad.
Lo primero que digo, mejor dicho, mi frase predilecta es: ¡qué hueva! Pinche sociedad, pinche soledad. La hueva no se crea ni se destruye, sólo se contagia. Hace falta vieja, así los dos nos acomodaríamos en el rincón del salón, no que estas bancas ni dejan dormir bien.
¡La vida es para divertirse!, eso pienso yo. El problema está cuando no hay con quién divertirse. Si no hay dinero para invitar a las ex, menos para ir un table.

Fin de cursos al fin, viene el largo invierno en compañía del frío y el café que yo tendré que preparar por falta de personal. ¿Y vos?
Me aguardan quince días de extremo trabajo de búsqueda de vieja en Internet. Otro pinche semestre sin nada…
Ni se quejen, que yo no tengo acción desde el año del caldo.

Bueno, año nuevo, novia nueva.
Primero encuentra quien te quiera.
No tienen remedio… y yo tampoco.

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