29 de julio de 2006

DEPRESIÓN

Las nubes cubren un cielo,
se van, se quedan;
gris espacio recubierto de estrellas.
lloro hoy y nadie mira el llanto.

Me pierdo solo cuando permanezco en melancolía.
¿Y por qué llorar si ya aclara el día?
Mal acompañante la tristeza banal
y el viento helado que nos cubre,
nos lleva.
¿Qué pensarás de mí, tú,
amiga que siempre estás,
si no repongo mis ojos?

Y la lluvia se intensifica,
mis piernas tiemblan asustadas
mientras recorro los pasillos
de mezclilla mal planchados.

¡Ve!
Ya de nada sirve limpiar mi rostro
porque manchado queda por la eternidad
de mis rojas lágrimas que no evado;
de aquel mísero recuerdo que evoco lento.

Siento la agitación en las manos,
siento temblar al corazón.
Una espina se endereza y cava la piel seca
para traspasar mi olvidado pecho con dolor agudo,
trayectoria recta que describe.
El llanto me ensordece, el cielo me destruye...
¡Detén la mano asesina! Detén mejor el pulso.
Un frío grito nos envuelve y...

Levanto la mirada buscando recordar.
Pequeñas perlas permanecen en mi regazo.
¿Qué valor encontraré en la muerte
si a nada me enfrento en vida?
¿Qué será de mí, desgracia atolondrada,
al dormir bajo la tierra?
¿Qué será de ti, esperanza agonizante,
si te llevo conmigo?

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