10 de octubre de 2006

CUENTOS DESEPERADOS

CUENTO XIII

Me dejó, me dejó cual novia de pueblo, más vestido que alborotado, pero a la ingrata no le importó. "Hoy es la fiesta de mi cumpleaños..." y ni rastro de su Female Fatale Body... No es mujer de uno, es decir, sociabiliza la chamaca, si hasta parece política, y eso me coloca en último lugar: "los últimos serán los primeros", quién dijo eso, de seguro un güey al que no le tocó pastel.
Pero en fin, a lo que iba: me dejó plantado el día de mi cumpleaños en mi propia casa, eso no lo perdono, porque ayer hasta me dijo el regalo que pensaba darme y resulta que nada de nada. He pensado, tal vez debería dejar de mirar por la ventana y ponerme a bailar, al fin que hasta hacen cola por ser mi pareja, más por ser el festejado y con buen depa que por gusto de bailar conmigo… ¿quién les va a dar rait luego? ja.
Pasa un auto, luego dos; llegan tres… cuatro personas: chicas de minifalda, ¡excelente! Carajo, ¿por qué no viene?, si viera cuánto la extraño -la necesito-. Es como decir que me falta el aire si no está ella. Carajo, ¿dónde está, dónde...?
- ¡Güey, ya cálmate!, te dije que no tomaras mucho.
- Si apenas llevo un par (do… tres… como…). Además ella no ha venido, no me tranquilizo hasta que no venga.
- ¿De quién hablas?
- Pues de mi mamá, quién más iba a ser. Me dijo: "Mañana te llevo tu regalo al departamento, qué bueno que ya vives solo, y mejor todavía que coincidió con tu cumpleaños, va a ser una gran fiesta. Bueno, hijo, mañana te veo allá, espero no incomodarte con tus amigos". Pero la desgraciada no ha venido.

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