7 de octubre de 2006

CUENTOS DESESPERADOS

CUENTO XII

Comparto el temor por la lluvia, hoy, no podría ser otro día, ese temor que todos llegan a sentir alguna vez. Si me preguntan el motivo sólo puedo decir que ha sido producto de una serie de situaciones tan difíciles de explicar y que pueden agruparse en una palabra: Ella.
Si todos los días lloviera como hoy ya estaría sepultado bajo toneladas de ideas enlodazadas, y ni qué decir de las bofetadas que rompen mis venas con sus palabras dejando que la sangre escurra desde el cerebro hasta el corazón. Pero no todo es sufrimiento y dolor, también hay sarcasmos e ironías -las de la vida, cuáles más-.
El viento roza mi mejilla con esa suavidad tan característica de él en la noche, me invita a danzar bajo el techo de algodón gris, pero yo prefiero continuar sentado, en el mismo lugar de siempre, cavilando acerca de nosotros, lo haría eternamente…
- ¿Joven, joven? ¡Ya despierte!
- ¿Dónde estamos?
- En la base. Es la tercera vez en la semana que se queda dormido en el micro, tiene suerte de que no le hayan robado nada hasta ahora, pero tenga más cuidado la próxima vez que viaje de noche.

Al fin en casa, nada más recordar lo ocurrido…
- Hoy es el día: le llego porque le llego.
- Eso si no sale con alguna jalada y se va, ya ves que el otro día canceló de última hora. ¿Tienes los boletos?
- Sí, sobra uno.
- Perfecto, hasta me dan ganas de invitar a la Risitos o a la Chiquis, ya vez que están..., pero lástima, mi situación no está como para andar coqueteando.
- ¿Coqueteando? Si ni siquiera les hablas.
- Pues por eso, las invitaría para comenzar la platica. ¿Nos vamos?
La trova en mis oídos y su sonrisa en mis ojos; el aroma extraviado en el océano de olores confunde a mi olfato. Después de todo, los dos nos quedamos sin parejas, al menos no con las que queríamos. Por mi parte terminé saliendo con la última persona que hubiera imaginado, claro que no me quejo, al contrario, algo en mí así lo deseaba. Empero, la Rueda gira y el mundo nos coloca en lugares opuesto, a veces justo donde está lloviendo…
- Hijo, despierta. Vete a dormir a tu cuarto, pero acomoda el sillón antes de irte.
- Estoy bien, sólo descansaba un poco. Además tengo tarea, ahorita verás que con música se me pasa el sueño.
- Mejor acuéstate, ya son las doce, y mañana temprano te apuras.

Comparar las dulces palabras de mi acompañante con las irónicas frases de aquella que me plantó; verme rogando para que fuera cuando debí hacerlo antes con Ella. Justicia divina, eso ha sucedido, por burlarme del compañero me sucedió lo mismo, aunque con un poco más de suerte… Su mirada enternecedora que derrite mi pensamiento; la máquina infernal que no me deja acercarme más de lo que ya estamos.
La gente, la música, el calor, mi cuerpo da vueltas hasta perder el sentido…

¿Qué es eso? Sólo el despertador, maldito, estaba soñando… Son las seis y hoy es el día indicado para ambos, él le llega y yo… algo por el estilo. Vuelan los anfibios por la luna cuando canto. Estoy listo, llegó la hora… Maldición, está lloviendo, eso no es buena señal.

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