10 de mayo de 2006

MUJERES DE COLORES (IV. Agua)

ETERNA PRESENCIA


Cómo escribir un final sin ideas,
con una mente partida
que ha sido secada por el sol
y revivida por palabras:

Un cielo herido apresura el sueño;
cercana al sol
tu esencia palpita entre mis pulmones:
me agrada respirarte,
sentir tus manos suaves
y descansar mi cabeza en tu hombro.

Ya la noche oscura nos protege,
tu piel brilla cual luna,
dices a mi oído tu nombre,
mis sentidos absorben tu aliento,
asiento con mis ojos, te sonrojas.

¿A cuántos más les confiaría mi vida?

Un árbol nos acerca cafés hojas,
de la tierra tomo una flor,
gélido viento une tu césped con el mío.
Ahora puedo decir te quiero.

Comenzamos a descender el rocoso cerro;
abrazado a tu cintura sonrío a las estrellas,
y el viento, travieso viento sin color,
nos empuja con su látigo aterciopelado.
De inmediato nos sumergimos en lágrimas dulces.

Furiosa arde la tierra, escupe llamas.
Con tristeza nos mira el firmamento.
Allá va Ella, allá vas Tú,
dos siluetas te siguen.

Desenvaino mi espada y ataco al fuego,
la plateada arma destruye todo.
La sangre en el cielo anuncia
la llegada de la aurora…

Las aves y las fieras, las flores y montañas,
las estrellas, la luna, la naturaleza,
todos ven nuestros cuerpos flotando a la deriva.
Una ola blanca nos sumerge,
en la profundidad se encuentran nuestros ojos.

No hay comentarios.: